Siempre he vivido en esta caliente ciudad de Colombia, la Arenosa, la Puerta de Oro; uno sabe que aquí aguanta calor, pero ya se está volviendo una tarea hasta pelicrosa, el sol calienta mucho y caminar se hace doloroso, uno se ahoga y la piel arde.
Hace poco salía yo del trabajo, habiendo olvidado mi gorra en casa, decidí aventurarme a caminar bajo el inclemente sol de Barranquilla. El apartamento donde vivo con mi esposa está a unos 12 minutos del lugar donde trabajo, fácilmente puedo caminar sin problema, incluso disfruto hacerlo mientras escucho música, pero ese día fue muy poco agradable. Al salir decidí llegar a la academia de conducción en dónde estoy resolviendo el proceso para adquirir mi licencia de conducción, así que tomé una ruta diferente, desviarme un poco de la ruta convencional me costó varios minutos extra aguantando ese sol. Al llegar, el aire acondicionado se hizo evidente y la queja de cada persona que llegaba al lugar hacía casi gracioso saber que nadie quería estar afuera, pero la problemática es seria, la temperatura está muy alta. Duré alrededor de una hora en el establecimiento y en ese tiempo volví a tomar aire refrescándome lo suficiente para seguir el último tramo hasta mi vivienda. Antes de salir pensé que había una pequeña tregua por parte del gran astro y el calor sería menos, pero estaba más que errado ya que la temperatura no sólo era insoportable, ahora estaba más despejado el cielo y los rayos de sol se sentían aún más incandescentes. El asfalto reflejaba parte del "fogage" y caminar ya era difícil. Al llegar al apartamento tomé mucha agua y no pude despegarme del ventilador. Duré varias horas descansando.
Hace varios años, cuando era un jovencito, recuerdo que en ocasiones se sentía frío por las mañanas y el sol lograba quemar, pero esto que estamos experimentando hoy es algo de otro nivel. Siento que se está volviendo peligroso salir sin protección solar y agua para mantenerse a salvo del inclemente clima de mi Barranquilla.
Por las noches se puede disfrutar de efímeras brisas que saludan gentilmente las ventanas, pero no siempre es así, a veces el calor es tal que toca entrar a la ducha para poder dormir.
